martes, 27 de marzo de 2012

Situación del contexto Nacional y el rol de las Organizaciones Sociales en el actual Proceso de Cambio

Sobre las temáticas que nos ocupan, a nivel general en el contexto del Estado boliviano plurinacional se tienen los lineamientos de la CPE (Constitución Política del Estado) y del PND (Plan Nacional de Desarrollo) enmarcado en la filosofía del “Vivir Bien”, y específicamente de la transversalizacion de género, el PNIO (Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades) producido por el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades - Ministerio de Justicia. También están distintos acuerdos internacionales que hacen a la interculturalidad como transversal, por una parte y otros referidos a la transversalizacion de género, pero en esta ocasión no vamos a incidir en ello. El tercer gran elemento es el cuidado del medio ambiente que sin provenir necesariamente de la idea del respeto a la madre tierra, constituye una necesidad para el capitalismo decadente porque ya se trata de una cuestión de sobrevivencia del planeta en general.
Creo que se trata de algo delicado y complicado a la hora de hablar de derechos articular interculturalidad y género, y por tanto los conceptos de descolonización y despatriarcalización.
Por un lado, en un país permanentemente colonizado como Bolivia hasta nuestros días (por distintos actores: españoles, iglesias, instituciones, el Estado mismo etc.) pero que además antes de la venida de los españoles ya existieron otras conquistas, por ejemplo de los quechuas hacia los aymaras, tiwanakotas, puquina, etc. actualmente se tienen distintos imaginarios simbólicos provenientes de esta ancestralidad pero además con la permanente ilusión de alcanzar una meta enmarcada en la modernidad y por ende un desarrollo económico industrial (al estilo occidental) cuando ya el mismo sistema moderno occidental esta en una etapa de decadencia (no será inminente pero sí en franco descenso). Nos guste o no, estos distintos imaginarios simbólicos híbridos están ahí, cohabitando conjuntamente en nuestra mente, en distintos niveles, conciente y/o inconcientemente. Entonces, qué es lo que podemos rescatar o “recuperar” haciendo necesariamente una depuración o tamizado? Esto, con el objetivo de armar nuevos imaginarios positivos pero híbiridos ya que responden a la realidad y no caer en purismos. En realidad, ya es hora de que nos liberemos de la culpa, del estigma de ser colonizados/as. Creo sí que se trata de reconstruir (descolonizar) pero sobre todo de construir una nueva identidad, recuperando, resignificando y reinventando una red de valores éticos y morales (solidaridad, respeto decencia, por cierto: valores de las culturas ancestrales) que dignifique a los seres humanos y que, por el contrario, no los cosifiquen, como sucede ahora.
Por otro lado, se tiene el patriarcado presente de alguna manera en las sociedades que precedieron a la llegada de los españoles (que fueron eso en su mayoría varones españoles). Si bien, esta llegada de los españoles refuerza o se impone como sociedad patriarcal, en las sociedades que la antecedieron si bien no se trata de la misma relación de pareja donde la mujer es considerada como una propiedad del varón, también existió la cosificación de la mujer (ej.: regalo de mujeres por parte de los incas hacia sus pueblos conquistados, y también a los conquistadores españoles).
Actualmente, para no meternos a hablar d la ideología marxista y de las distintas clases sociales muy presente en el siglo pasado (sería otro tema de discusión muy grande) vamos a tocar el punto de que el actual Estado plurinacional plantea la filosofía del “Vivir Bien” cuyo principal paradigma es la “recuperación” de la armonía y el equilibrio de una manera holista, es decir no sólo entre los seres humanos sino con toda la naturaleza (cuidado de todo ser vivo y el medio ambiente). Pero todo ello es precisamente una filosofía, algo estático como si no hubieran sucedido cambios en los imaginarios y por ende en la cotidianidad de vida de los seres humanos: hombres y mujeres. Esta bien es el ideal a alcanzar: rescatar lo comunitario, relaciones igualitarias entre blancos y/o mestizos, además hombres, en resumen quienes se adscribieron antes a la modernidad y a la llamada “civilización”, y los llamados indígenas (no estoy de acuerdo con este término porque sigue siendo desde el punto de vista del ser humano “oficial” o legal moderno, civilizado), igualdad entre hombres y mujeres (aunque esta relación continúa invisibilizada en la CPE y en el discurso político del gobierno (apenas existen 10 artículos referidos a la igualdad de género y hay ausencia en el PND) y además está invisibilización reforzada por la idea de complementariedad existente entre la pareja (chachawarmi), idea también presente en los pueblos de tierras bajas pero sobre todo como que la familia nuclear es preponderante, no nos olvidemos reforzada o hasta creada por la iglesia cristiana, ahí vemos nuevamente una hibridez cultural. En este sentido se ha elaborado el PNIO (Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades) que aún no logra encontrar un verdadero eco ni en las propias instancias gubernamentales porque a la hora de hablar de derechos igualitarios de la mujer existen alianzas encubiertas, no dichas entre el género masculino de derecha e izquierda y de mestizos, blancoides y los propios indígenas, y hasta incluso entre mujeres.
Pero no nos olvidemos que esto del Vivir Bien es eso, un paradigma porque a la hora de analizar la vivencia y accionar tanto de mestizos, blancoides así como de indígenas se continúa en esa permanente carrera hacia la supuesta “civilización” y modernidad expresada sobre todo en intereses económicos individuales, sed de acumulación de riqueza material y de poder económico y político, y no así de valores éticos y morales ligados al ejercicio del control social (que es lo que se pretende en el paradigma del Vivir Bien que al parecer regían a los pueblos antes de la llegada de los españoles). Esto aunque duela llega hasta las comunidades indígenas rurales y más aún al o a la indígena que migra. En este sentido, si bien se preservan prácticas como la reciprocidad y solidaridad, valores propios de la vida comunitaria, éstos tienden a quedarse en discurso en la medida en que la modernidad occidental capitalista e individualista penetra de manera contundente en los imaginarios de todos y todas.
Por ejemplo no es suficiente mostrar la vestimenta propia de una cultura cuando los intereses ya no son comunitarios sino que se transforman en individualistas. En este sentido, también es importante mirarnos a nosotros y nosotras mismas (mestizos y blancoides, clases medias y élites) que muchas veces adoptamos determinados discursos (en el pasado podía ser una ideología marxista, hoy puede ser el indianismo o el indigenismo, el Vivir Bien, pero estamos dispuestos/as a cambiar? A dejar nuestros intereses individualistas y recuperar los valores comunitarios (no solo en el ámbito rural sino también en la ciudad)? Además de convivir indistintamente entre unos y otros, me refiero a no mirar siempre al “otro/a” como carente de algo, pobre, “incivilizado”, etc. sino a convivir de tal manera (por ej. formar pareja) entre mestizos/as y blancos con indígenas, apuntando a la descolonización mental expresada en las prácticas antes que en un discurso. Pues todos y todas, en mayor o menor medida estamos colonizados/as, no se trata de buenos y malos sino de la perversidad con que llega la modernidad a uno o a otro grupo, de acuerdo a su mayor o menor relación con los valores egoístas y competitivos de la modernidad, que van desgarrando y mellando la dignidad y lo que es peor, la identidad de la persona. Entonces, la pregunta es: como recomponemos lo comunitario en un contexto moderno?
En eso habría que pensar, al final para alcanzar relaciones horizontales, de igualdad con respeto a la diferencia, no se trata de un discurso o una vestimenta o akullicar coca sin conocer el sentido del akullicu sino, creo yo de deponer actitudes egocéntricas y aceptar y respetarnos entre todos y todas en un contexto de poder compartido y rotativo. Aquí, también incido en la relación de mujeres y hombres en determinados contextos culturales en los que se pueden respetar prácticas culturales siempre que éstas no dañen la integridad humana de las personas que casualmente siempre resultan ser las más damnificadas las mujeres, y además por las propias mujeres, en las cuales ha penetrado tanto la idea cristiana de que la mujer se formó de la costilla de Adán que, muchas veces no se concibe otro tipo de relación entre hombres y mujeres, además siendo formadoras de hijos e hijas en ese sentido. Esta idea está muy presente también en lo que hoy son los pueblos indígenas en los que si bien filosóficamente todo ser de la naturaleza tiene sexo (es masculino o femenino y se complementan) la mujer resulta siendo el complemento del varón pero no en una relación horizontal sino como un objeto que le pertenece al varón, del cual puede usar a su antojo produciéndose así la violencia que debería ser tratada, aparte de estructural, como una transversal ya que se da en todo ámbito (privado y público), no solo en la relación de pareja, sino en el ámbito económico laboral, político, de salud, educativo, etc. Por ejemplo, no saber o no tener la voluntad de escuchar al otro u otra también es una forma de violencia.
En síntesis lo que sí se debería recuperar de las culturas ancestrales son los valores éticos y morales que hacen al bienestar de la colectividad, de lo comunitario respetando los derechos individuales, sin caer en intereses individualistas. Esta, a la larga, será una condición “sine qua non” para la supervivencia humana y no para el predominio de una determinada formación cultural sobre otras.
Así, un canal de descolonización y despatriarcalización tendrían que ser las organizaciones sociales pero también las instituciones comprometidas con estas causas, sin embargo muchas veces los intereses individualistas y la consideración automática de que no puede haber otro sistema que el capitalista, acumulador y consumista, dañan u opacan el paradigma de lo comunitario, o se da una autoutilización para conseguir fines que no siempre benefician a los pueblos que representan en la creencia que el sistema capitalista es el único que brinda bienestar y en última instancia, “felicidad”, cuando en el fondo es un miedo al verdadero cambio, miedo a lo desconocido, miedo a perder la supuesta seguridad a la cual nos ha acostumbrado este sistema.
Cuando hablamos de empoderamiento estamos hablando de la carencia de algo del otro/a, del subsumido/a, de la ilegalidad, y estamos hablando también de su incorporación a la modernidad, ciudadanía activa al estilo occidental, como si quienes trabajamos con estas poblaciones fuéramos poseedores/as de la verdad. entonces ahí nuevamente el discurso del Vivir Bien se queda en eso, sólo en discurso porque de una u otra manera la ciudadanía activa constituye una mirada desde la modernidad oficial, es participar en algo dirigido a un supuesto desarrollo, ver el avanzar como algo lineal y no como algo en espiral (de avance y retorno). Aquí, no digo que no sirve sino que se tiende a trasgredir e invalidar las formas propias culturales híbridas de determinadas sociedades, desde arriba y desde afuera. Si, es necesaria la ciudadanía activa pero tendiendo a un encuentro entre los valores indígenas (que ya hemos dicho que también son híbridos) y los de la modernidad, encuentro en igualdad de condiciones entre lo que significa lo comunitario y los derechos individuales y no individualistas de la ciudad (descolonización). Mutuo aprendizaje entre las organizaciones sociales y las instituciones, considerados de forma igualitarias los denominados saberes y los conocimientos. En vez de sólo considerar los proyectos con indicadores, medición, etc, propios de la racionalidad occidental, considerar en igualdad de condiciones los llamados saberes: pronósticos, lecturas en coca, prácticas de la magia, etc., como conocimientos intuitivos que complementan al conocimiento racional.
En el mismo sentido va la participación política, que es un objetivo válido si hombres y mujeres indígenas participan y hacen valer sus propias formas de organización (rotación de cargos, jerarquías, ejercicio de justicia indígena, etc.) en sentido igualitario y equitativo. Además, debe ir acompañado de reflexión y acciones que incidan en el nudo gordiano que constituye el trabajo reproductivo y de cuidados, considerado como exclusiva responsabilidad de las mujeres, cuando se debería trabajar en la educación de la distribución igualitaria de responsabilidades en el hogar y en la deconstrucción de patrones culturales que naturalizan las desigualdades, para que así tengan el mismo nivel de participación y protagonismo, hombres y mujeres en los ámbitos privado y público. En este sentido, el cambio en el imaginario simbólico se hace extensivo a hombres y mujeres de las organizaciones sociales y políticas, considerando a las mujeres en igualdad de derechos y no servirse de ellas para la consecución de sus objetivos (utilización como grupos de choque, celarla con el dirigente, buscar su protección los dirigentes varones en las mujeres como en sus madres, etc.). Esto se hace extensivo al relacionamiento de hombres y mujeres en las instituciones que trabajan con dichas organizaciones.
Por ejemplo, cuando se habla de violencia repito, ésta debería ser tratada como una transversal ya que no solo existe la violencia sexual y siempre entendida dentro de los significados y connotaciones que le da el entorno cultural en el que vive actualmente. Comprensión por parte de hombres y mujeres de la cosificación y consideración de objeto de propiedad que se tiene de la mujer teniendo en cuenta los significados culturales para una zona a otra en las distintas construcciones simbólicas. Por ejemplo entre los quechuas que afirman: “así nos queremos, nos pegamos por siempre”, o la práctica del repasando: intercambio de parejas que se da entre los sirionó, el papel que cumplen los “padrinos” en resolución de casos de violencia en la zona andina, la consideración de que cuando la pareja se casa ya constituyen una sola unidad por eso se les hace comer de un solo plato (zona andina); o las particularidades del ejercicio de justicia indígena en las tres zonas, la resolución de conflictos en la comunidad, la utilización de las redes sociales, el chisme, etc. como formas de control social. La tendencia a la conciliación de la pareja después del ejercicio de violencia contra la mujer, lo que la pone en una situación de desigualdad. En resumen se debe hilar fino y considerar estas peculiaridades a la hora de la deconstrucción de las desigualdades genéricas.
En cuanto a los derechos sexuales y derechos reproductivos, lo mismo, se debe considerar sus propias prácticas, como ser el aborto o la planificación familiar a partir del consumo de hierbas, mates, etc. Tratar temas como el goce de la sexualidad por la mujer, como ya se ha dicho se trata de recuperar, resignificar y reinventar. Ver la cultura como distintivo pero no como un mecanismo de opresión, sobre todo de las mujeres y obviamente de los indígenas. Se trata de ver las desigualdades de género pero también la consideración de la complementariedad de la pareja, derechos iguales para ambos, de personas individuales pero no individualistas. Complementariedad en el marco del respeto y no la mujer como complemento del varón.
Como señala la CPE estos derechos deben ir unidos a la autodeterminación de gobierno, autonomía territorial desarrollo de sus propios proyectos, ejercicio de su propia justicia en un encuentro igualitario y equitativo en relación a la visión de racionalidad occidental de quienes proponen u orientan como son las instituciones.
Finalmente, el uso de recursos naturales controlado bajo normas comunitarias, producción orgánica uso controlado de tecnología, precio justo a productores y productoras, especialmente a éstas ultimas ya que generalmente son quienes se hacen cargo de la agricultura y son mal pagadas, menos que a los hombres. Todo ello ligado a la soberanía alimentaria. En el caso de la territorialidad, habría que tener en cuenta las diferencias en cada zona (Andes, Amazonía y Chaco) en el acceso a tierra y territorio.