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El Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades (PIO)
fue aprobado mediante Decreto Supremo N° 29850, en diciembre de 2008; establece
los lineamientos generales para aplicar políticas públicas con igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres, a partir de seis ejes de acción: 1). Eje
Económico, Productivo y Laboral. 2.) Eje Educación. 3). Eje Salud. 4). Eje
Violencia en razón de género. 5.) Eje Ciudadanía y Participación Política. 6).
Eje: Fortalecimiento Institucional.
El Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades, no contempla mucho lo que
es interculturalidad, no se encuentran elementos específicos, eso ha venido
después y dentro de lo que es el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades (VIO) Ministerio de Justicia se le ha tratado de dar
una visión, una orientación de la interculturalidad sobre todo al eje que tiene
que ver a con la lucha contra la violencia, pero en sí, la participación de las
mujeres en la justicia indígena o comunitaria se ha quedado en una
investigación propiciada por lo que era UNIFEM, hoy ONU – Mujeres, que no se la
ha concluido, se ha quedado como un diagnostico de cuál es la participación de
la mujer en el ejercicio de la justicia comunitaria y lo rico de esta
investigación ha sido que se ha hecho diferenciando tres zonas, por un lado
está la zona Andina que contempla lo que son los aymaras, quechuas y afro
descendientes, la zona Amazónica con más de treinta pueblos donde están
yuracarés, chimanes, sirionós, guarayos, tacanas etc.,
y la zona del Chaco que contempla fundamentalmente ayoreos, guaraníes,
wenayeks y otros. Este diagnóstico identificó cuál es la participación de la
mujer en el ejercicio de justicia indígena originaria. La segunda parte tenía
que ser una investigación con las lideresas, con las asambleas, con las
instancias de la comunidad, pero hasta la fecha no
se ha logrado plasmar la cuestión de la participación de la mujer en la
justicia comunitaria como tal, sólo existen estudios aislados y muy generales.
Es de lamentar que a las mujeres no se les dé mucho espacio en lo que es
el ejercicio de la justicia comunitaria, sin embargo se puede hacer una
diferenciación de lo que es la zona Andina, la Amazónica y el Chaco, uno de los
pueblos más machistas en cuanto a lo que se denomina usos y costumbres y
simbología que se tiene en el imaginario, es el pueblo quechua de la zona
Andina, ahí se ha encontrado mucho más incidencia machista, pero si digamos lo
rico de estos pueblos hablando primero de Los Andes, es que todo este sistema
de lo que es el ejercicio de justicia se maneja más a través de la intervención
de la familia o del padrinazgo, los padrinos son
los llamados a resolver muchos de los temas que tiene que ver por ejemplo con
los conflictos de pareja, porque en la mayoría de las comunidades el ejercicio
de la justicia comunitaria esta mas relacionada a los problemas de límite de
linderos, ese tipo de cosas, sin embargo los problemas de la pareja no son
considerados como problemas para que sean tratados por las autoridades. En las
tres zonas se ha encontrado que se tiene el esquema que hay una supremacía
masculina sobre la femenina y que la mujer debe obedecer al varón.
Pero en el tema de conflictos en la pareja, en la
cultura quechua y aymara funciona mucho esto de los padrinos, pero en los
pueblos amazónicos y chaqueños, sí se ve mayor participación de la mujer,
porque a partir de las primeras marchas por tierra y territorio se han ido
conformando más organizaciones en defensa de los derechos, la APG la misma
CIDOB, la CPIB como algo novedoso han empezado a surgir no solo las secretarías
de genero sino que se percibe una fuerte participación de las mujeres. En la parte andina como principal
representante tendríamos la Organización de Mujeres “Bartolina
Sisa”, pero haciendo una comparación en
la Amazonía y el Chaco las mujeres están
mejor organizadas y con más acciones de defensa hacia las mujeres, con algunas
excepciones como el pueblo ayoreo donde se nota fuertemente una actitud
patriarcal extrema, incluso se dan feminicidios, éstos también se dan en Los
Andes.
En la Amazonía y el Chaco en los problemas que se
dan en la pareja también hay la ventaja de que interviene la familia en defensa
la mujer porque, a diferencia de Los Andes donde hay una convivencia virilocal,
es decir que la mujer cuando se casa va a convivir con la familia del marido,
en la mayoría de los pueblos de la Amazonía y el Chaco se da una convivencia
uxorilocal, que significa que la convivencia es con la familia de la mujer,
esto le de una ventaja a la mujer porque la familia extendida entra a querer
resolver los problemas y sale en defensa de los derechos de la mujer, y también
otra de las ventajas es que la Asamblea misma o lo que se llama los Cabildos
intervienen en los problemas que tienen que ver con las parejas.
En cuanto a la posición de la mujer en el
ejercicio de la justicia comunitaria, es un poco forzado decir qué cosas hace
la mujer, lo mejor es que ahora que ya hay organizaciones de mujeres ya están
participando un poco más pero sobre todo en la regiones amazónicas con la
difusión de derechos, pero en general una participación directa la mujer no
tiene. Sí en la región Andina se ha dado la restitución de autoridades
originarias que viene a ser lo que son mallkus y mama t´allas, pero que es lo
que pasa? la mama t´alla aún se queda nomás en una situación figurativa, de
acompañamiento, que hace al momento de la verdad la mama t´alla acompaña y da
recomendaciones, pero quien lleva la batuta evidentemente es el varón. Lo mismo
en los padrinos, las madrinas dan recomendaciones.
Respecto al acoso político se ve que lo
complicado es lograr un acuerdo, un encuentro entre lo que es la justicia
formal y la justicia comunitaria, hay una subsistencia de ambas justicias, que
evidentemente se coordinan en muchos casos, por ejemplo en aquellos de violencia
extrema o asesinatos, se denuncian y derivan a la justicia ordinaria. Pero hay
otros casos que no se ven porque están ocultos. En el ejercicio de justicia
comunitaria, no siempre en casos de conflicto de violencia doméstica, existen
comunidades en Los Andes, en los que existe la pena de muerte para el agresor
pero de esto nadie se entera, ni la prensa, nadie hace nada, no son difundidos.
Volviendo al tema del acoso
político existe la ley, pero muchos de
estos casos no llegan a la justicia ordinaria, a no ser que sea un caso de
asesinato, pero en el caso de acoso se quedan muchos casos sin sanción, ya que
se encuentra naturalizado el acoso. Por ejemplo se tiene el caso de una mujer
concejala de pollera aymara de Ancoraimes en el departamento de La Paz en 2006, que
sufrió acoso político, entonces además de una violencia política constituye
violencia basada en género y de discriminación cultural. Se tiene conocimiento
de este hecho porque fue denunciado ante ACOBOL.
Algo en lo que se reflexionó en el Viceministerio
de Igualdad de Oportunidades es que se
debería ampliar el tratamiento de violencia no sólo a lo que es violencia
doméstica sino a lo que es violencia económica, violencia política, trata y
tráfico y feminicidio, plasmados es un
plan macro de lucha contra la violencia pero en la práctica se ve que es
necesario pero no suficiente el planteamiento de leyes y sanciones, se debería
trabajar mucho en la prevención, pero que más que prevención tendríamos que
trabajar en lo que yo llamo la deconstrucción de patrones culturales que están
naturalizados en el imaginario, tenemos que trabajar en la deconstrucción, es
decir desenredar los nudos y volver a envolver como se hace con una lana, es
decir analizar donde están los problemas, ideas y actitudes que practicamos de
forma automática en la cotidianidad y reconstruir concientemente
representaciones y valores de igualdad, respeto, solidaridad, etc. en el
imaginario para mejorar no sólo el relacionamiento entre mujeres y hombres,
sino entre padres e hijos, mayores y jóvenes, etc. Esto
tiene que ver desde analizar las letras de las canciones que escuchamos hasta
el tema de educación no sólo formal sino campañas barriales, comunitarias,
además de implementación de políticas públicas, formulación de leyes etc., si
uno/a no ve como ejercicio de violencia por ejemplo no escuchar al otro, a la
otra, la falta de respeto a los mayores, a los niños, etc., entonces nunca
vamos a llegar a cambiar como sociedad.
Educar cada día desde lo cotidiano, concientizar
a todas las clases sociales a través de diferentes instrumentos, medios masivos
como alternativos, etc., la ignorancia es atrevida y cotidiana, por ejemplo los
jóvenes de zonas populares son más conscientes de los derechos que los jóvenes
de clases medias y altas. Lo mismo sucede entre el campo y ciudad, aún en el
campo todos y todas se saludan pero en la ciudad a uno/a lo empujan o pasan
cosas peores y nadie dice nada. En resumen no hay conciencia de comunidad, por
tanto la tan mentada igualdad de oportunidades se está convirtiendo en un ideal
a alcanzar pero aún no es una realidad ni solamente tiene que ver con el tema
de género.
En el aspecto de la tenencia de tierra en la
Amazonía y el Chaco, en realidad quienes son dueños del territorio son la
comunidad, y claro están muy definidos los roles domésticos y los roles
públicos de género, pero a la hora de tratar el género y la cultura hay que
tener mucha sutileza si se quiere cambiar las relaciones de género porque la
concepción cultural de los pueblos ancestrales tiene que ver con la concepción
holísta de la naturaleza y cada uno cumple un rol determinado ya que se
considera que todas las energías se complementan y mantienen el equilibrio del
universo, por ejemplo en la pareja se considera que uno es la mitad del otro,
es una cosa sumamente interesante. Entonces se debe hilar fino a la hora de
velar por el ejercicio de derechos de todos y todas, y de cada uno/a para no
desestructurar ese mundo simbólico que es tan rico y sobre todo el actuar como
colectividad, esto no quiero decir que no se tenga que trabajar para que los
roles de género se compartan pero sin romper el sentido comunitario, que no
solo es la comunidad sino también la familia.
En la zona Andina sucede lo propio, está el chachawarmi que significa la complementariedad
de hombre y mujer, pero en la actualidad con la penetración de la modernidad
(las cosas malas de la modernidad) en las comunidades muchas veces se lo usa
como pretexto para el ejercicio del machismo por parte del hombre. La
complementariedad si existe en el imaginario simbólico pero ya en las actitudes
cotidianas ya se ha perdido. Por eso es que es tan difícil trabajar el tema de
género e interculturalidad, porque si te vas sólo con el género como ha sido
visto desde occidente terminas colonizando e imponiendo, dentro de estos
aspectos sí se puede dar lugar a transformaciones, sobre todo en el ejercicio
de derechos de la mujer, de un mayor compartimiento entre hombres y mujeres,
pero sin afectar la cuestión de la visión holista y de equilibrio en lo micro y
en lo macro.
El problema en sí de la tenencia de la tierra se
da más en Los Andes por el tema del minifundio, ellos dicen que el dueño de la
tierra es la familia pero en términos legales el dueño o titular es el varón,
entonces resulta que si es la mujer quien participa sólo lo hace en ausencia
del varón como un tipo de suplencia, como la participación política está muy
ligada a la tenencia de la tierra, es un impedimento de gran importancia.
Aunque como aclaré antes ahora se está procurando la participación de la pareja
pero aún el papel de la mujer se queda en acompañamiento, sobre todo en los
acontecimientos públicos pero la última palabra
en la decisión la toma el varón. Al respecto es interesante citar la siguiente
observación. Antiguamente los hombres se referían a su pareja diciendo: “mi
señora”, ahora generalmente dicen: “mi mujer”. Esto tanto en el área rural como
en la ciudad. Ambas expresiones obviamente denotan un sentido de propiedad,
pero la primera con qué respeto, en cambio la segunda, no. Esta expresión aún
se mantiene en los mayores pero en las actuales generaciones se ha ido
perdiendo. No se si tiene que ver con las culturas originarias o con las
importadas, sin embargo se trata de otra cultura, del respeto aunque sea de
palabra, lo que no quiere decir que no existan desigualdades.
Entonces en el ámbito de participación política
las mujeres siguen pidiendo permiso a sus parejas para salir a la luz pública,
es decir a participar. Lo que predomina en la supuesta complementariedad es esa
concepción de que la mujer es un complemento del hombre, es la idea que
subsiste en el mundo de lo simbólico, yo diría en todas las culturas. Si hay
complementariedad es porque la mujer es el complemento del hombre pero no el
hombre el complemento de la mujer, cuando se debería trabajar en construir una
complementariedad recíproca.
Para finalizar, actualmente dentro de las líneas
de acción del actual gobierno hablar del tema de descolonización es más
factible aunque sea en el discurso, que del tema de despatriarcalización. Es
que llegado el momento a los hombres, sean de derecha o de izquierda,
indigenistas o mestizos, del gobierno o de la sociedad civil no les conviene
aceptar la despatriarcalización, pues para ellos se trata de una lucha de poderes, cuando debería construirse
una verdadera cultura del respeto y de reciprocidad, con pleno ejercicio de
derechos tanto individuales como colectivos. En definitiva, se trata de
respetar las opciones.