domingo, 23 de noviembre de 2014

DE NEO COLONIZACIONES EN TIEMPOS POSTMODERNOS DE "DESCOLONIZACIÓN": EPISTEME vs. SABIDURÍA

Ponencia presentada en el 3º Congreso, Cosmovisiones, Filosofía y Psicología 2014 “El discurso epistemológico de la descolonización frente al destino propuesto por la modernidad” (2 y 3 de octubre de 2014: Hall de la Vicepresidencia de Bolivia y ESFMTHEA).

Para hablar de epistemología  y descolonización primero debemos tener un entendimiento claro de estos términos: epistemología, sabiduría, ontología y postmodernidad.


                              Fuente: mundodesconocido.com

1. Algunas aproximaciones gnoseológicas

La epistemología que fundamentalmente tiene que ver con la filosofía  (origen griego (Parménides y Platón) significa el estudio del "conocimiento" (circunstancias históricas, aprendizaje sociológico y psicológico que llevan a la obtención de conocimiento). Y los criterios más usuales por los cuales se justifica o invalida el conocimiento son: la verdad, objetividad, realidad. Aquí ya tenemos un problema porque el conocimiento no considera la subjetividad.


En Grecia el tipo de conocimiento epistemológico (científico) se oponía a la doxa. La doxa era el conocimiento considerado vulgar u ordinario del ser humano, lo que llamaríamos conocimiento "popular", no sometido a una rigurosa reflexión crítica que daría la objetividad al conocimiento, es decir a la ciencia

   Fuente: grupoleibniz.com                                                Fuente: yalilisocialesedu.blogspot.com

Sin embargo, la sabiduría va a ser la aplicación de los conocimientos de manera inteligente a la experiencia propia obteniendo conclusiones que dan mayor entendimiento, que nos capacitan para reflexionar prácticamente, vivencialmente, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de valores como ser: la verdad, la moral, la ética, lo bueno, lo malo, etc. Esto da lugar a un individuo con buen juicio, con sentido común.

Fuente: chilehumor.com
No solo es conocimiento, sino entendimiento para resolver problemas porque se ha experimentado, tiene mucho que ver con la propia percepción y por tanto con la experiencia objetiva y subjetiva (ejemplo: ser parte en una comunidad rural, migrar a la ciudad y ver cómo cambia la identidad; comprender la desigualdad de género desde la vivencia, así no sólo es en teoría sino por convicción, tratando de ponerse en los zapatos del otro). Recién desde esta vivencia se puede proporcionar consejos. Lo opuesto sería la inmadurez, para decirlo en palabras más fuertes: la estupidez, la locura. En la sabiduría se deben ordenar y discernir todos los conocimientos, es decir que actúa una memoria a largo plazo, experimental y comparativa; lo que se ha experimentado con suficiente frecuencia e intensidad como para que no se borre el recuerdo, se inserte en los esquemas de la consideración de lo bueno y lo malo; en otras palabras es lo que edifica a la persona. La experiencia personal está permanentemente unida a la adquisición de conocimiento, es un proceso de ida y vuelta: adquisición de conocimiento – experimentación – vuelta al conocimiento.

Por tanto existe una amplitud de conocimiento (integralidad, en forma de tejido y no separado) con la profundidad de entendimiento a través de la experiencia, lo único que proporciona sensatez y claridad de juicio que se traduce en el discernimiento: discreción, prudencia, moderación, que se plasman en la práctica, en la vivencia con el entorno, en el relacionamiento con el/la otra. Se sabe utilizar los conocimientos de manera positiva: percibir el entorno, escuchar a los demás, sistematizar lo que dicen (como lo dijo, por qué lo dijo, en qué circunstancias lo dijo), sólo así se puede opinar y/o aconsejar, y por tanto reflexionar con seriedad.
                                                                                                                Fuente: superateatimismo.com
Con la percepción que se haya obtenido en el proceso de sabiduría (conocimiento y entendimiento a través de la experiencia) se accede a la ontología que analiza las diferentes entidades que componen el Universo que, en realidad se trata de una construcción de cada individuo para proporcionarse a sí mismo una explicación existencial (la búsqueda de Dios, de las ideas que expliquen la propia existencia (de tipo mental) y de los sentimientos (de tipo emocional, místico). Y fundamentalmente, la relación entre estas identidades que expliquen de una manera coherente la propia existencia, entonces se trata de un proceso interior más que externo (metafísico) porque a pesar de que las entidades están divididas en abstractas (aquí nos interesa los conceptos) y concretas[1] (lo que nos rodea, lo que está fuera de nosotros: plantas, animales, montañas, planetas, etc.) dependen de la relación que tengamos con estos elementos. Sin embargo de acuerdo a cada contexto o cultura puede variar lo que es abstracto o concreto, dependiendo del conocimiento intuitivo y vivencial (percepción a través de las ideas y de las sensaciones) de cada individuo o grupo social; además de que las entidades abstractas dependerían de las concretas para cobrar significado.

En las culturas premodernas, esta relación de entidades tanto abstractas como concretas, se dio de manera integral, profundamente interrelacionadas y hasta fusionadas, mientras que en la modernidad están separadas, especializadas; sólo en la actualidad se hace el intento de construir una integralidad a partir de la antropología compleja en un contexto acostumbrado a la separación, al desglose, a la clasificación, a la especialización, y a lo lineal.

Para la modernidad, la ontología va a contemplar la entidad del sentido común que se refiere a las diferentes formas de analizar la existencia de algo, que van desde la identificación de algo hasta su desglose en moléculas, átomos, partes del cuerpo, células, etc. que no logra proporcionar un panorama completo de la identidad, dependiendo del grupo cultural, de sus expectativas y de su propia percepción ya que el “sentido común” no hace a todas las culturas ni a todos los tiempos ni espacios. Si hablamos de entidades concretas sí se puede pensar en conceptos comunes denominados universales (por ejemplo los adjetivos como dureza, suavidad, etc.).

La entidad mental es la más difícil de determinar ya que es abstracta (las ideas, el razonamiento, la memoria, incluso el sentimiento, actualmente incluso se habla de inteligencia “emocional”). Sin embargo, aquí viene el problema entre la visión moderna de la medicina para la que el cerebro es netamente material, y otras culturas en las que se conceptualizan las cosas que no se ven tan reales y objetivas como las que se ven o se pueden tocar. En este sentido, la mente resultaría casi imposible de abordarla como objeto de estudio de manera científica, de ser observada, por su inexistencia en el plano físico. Pero este problema sólo se presenta en la cultura moderna y no así en otras ya que para ellas la existencia de otros cuerpos (mental, emocional, espiritual) es tan objetiva como el cuerpo físico (se trata de una concepción metafísica).

Bajo este razonamiento, pensar y hablar de descolonización se refiere a “liberarnos” de un pensamiento racional epistemológico (conocimientos racionales) y recuperar por decirlo así, la doxa (conocimiento "popular") y por ende la sabiduría (recordemos a los sabios ancianos de las culturas ancestrales que guían o guiaban en su accionar a la comunidad).

2. La descolonización ¿utopía o engaño?

En nuestro país, y en general en América Latina[2], conviviendo lado a lado la cultura occidental moderna y las culturas ancestrales que se transculturalizan poco a poco, pues aparentemente se fusionan ambas miradas pero como la ciencia moderna tiene sus propios cánones racionales (creer sólo en lo que se ve, en lo evidente, además de tener una mirada lineal y aislada de los objetos y de los cuerpos), y está relacionada con las instituciones estructurales de la sociedad: Estado, derecho, sistema judicial, economía, academia, educación, salud, maneras de hacer política, e incluso el sistema religioso institucional contrapuesto a su discurso; llegado el momento arrasa con la otredad, con la doxa, con lo "popular", que más está guiada por la intuición inteligente y por la experiencia es decir por la percepción y el sentir. Entonces hablar de descolonización constituiría el desmontaje de todo este sistema racional moderno lineal, especializado, y recuperar y resignificar un sistema acorde a la segunda mirada, basada en la experiencia.

Pero ya hemos dicho que la cultura racional es la dominante pero no niega la existencia de otras culturas presentes en la cotidianidad de los no doctos/as e incluso en las prácticas de los doctos/as, entonces en este escenario es preferible hablar de un contexto postmoderno, en el que para “dar gusto a todos/as” predomina el individuo o ciertos grupos sociales pero ya no la sociedad homogénea puesto que viendo las tensiones entre estas culturas opuestas parece imposible pensar en un bienestar común: unos defienden la modernidad racional y otros lo ancestral intuitivo – inteligente[3]. Por ello me adscribo a la postmodernidad porque va más allá de la modernidad, en un sentido más amplio, no en un nomeimportismo sino en un contexto más donde conviven opuestos, pero no como una situación de desencanto sino como una posibilidad de convivencia entre diferentes, sin hallar e imponer paradigmas comunes por la imposibilidad de encontrar horizontes también comunes.

Así, parecería que la descolonización supuestamente funciona para ciertos grupos sociales en lo que se refiere solamente a la entidad mental o imaginario simbólico puesto que en el plano objetivo se vive en un contexto racional – moderno, en el que el Estado a pesar de querer “rescatar” aparentemente este pensamiento ancestral intuitivo en el imaginario social, resulta ser hegemónico en su accionar moderno racional occidental (neoliberal, tecnológico, consumista, etc.). Por ello, el discurso ideológico político del supuesto rescate (la oposición lo llama discurso “pachamámico”[4]) se convierte en un elemento más de consumo y de alienación, y su duración es breve no llegando a constituir un paradigma de mejoramiento y superación de los principales problemas sociales (pobreza, racismo, inseguridad ciudadana, atención médica y educación mediocres, etc.).


                                          Fuente: centrocultural.coop

En este sentido, como para el postmodernismo lo que importa es cómo se transmite el mensaje, es decir la forma más que el contenido del mensaje, y qué efectos produce este mensaje, lo que sale a la vista en el mensaje de descolonización de un individuo o un grupo (gobierno del MAS) que vive bajo los cánones de la vida moderna: ciudad, consumismo, leyes del derecho romano, instituciones, Estado neoliberal; en resumen una forma de ser “civilizada”, pero propagando un mensaje simbólico de una cultura premoderna agraria: campo, vestimenta de acuerdo a la vida en el medio rural, predominio de la naturaleza, el hecho de akullicar coca pero sin saber su significado ritual[5], etc.; es la forma y no el contenido. Así, entonces no existe una correspondencia ni coherencia entre el mensaje que se quiere dar y el contenido de lo que se vive, es decir entre la teoría (ni siquiera llega a la seriedad de la teoría, sino más bien se trata de una especulación) y el empirismo.

Al igual, la ciencia como está estructurada en base sólo al conocimiento teórico - libresco y no al conocimiento más el entendimiento y la experiencia como es la sabiduría ¿Cómo se podría “descolonizar” si el mensaje o discurso no corresponde a la propia vivencia de los supuestos descolonizadores/as?, más aun, si en la postmodernidad, por la extremada influencia de la epistemología de la cultura occidental se tiende a dar importancia solamente al cuerpo (que se ve y palpa), y no al ser integral (compuesto de partes que no se ven ni se palpan: espíritu, mente, emociones; aparte del cuerpo) del cual tienen plena convicción otras culturas.

Fuente: hoybolivia.com
Así, parecería que la descolonización resulta imposible por estas incongruencias que conlleva, siendo lo único que se consigue querer imponer una percepción de un ideal añorado pero no vivido, por cierto muy respetable, por quienes propugnan este discurso, pero también por muchos oportunistas arrimados al poder que nunca faltan; a quienes lo viven de algún modo en relación con su entorno, por ejemplo a los comunarios/as del área rural. Ahí pongo como ejemplo la imposición e instrumentalización política que se hizo por parte de los citadinos indígenas llamados “pachamámicos” a los comunarios de la región de Tiwanaku con motivo de la celebración del Año Nuevo Aymara diciéndoles cómo debían comportarse en las acciones ritualistas, que se olviden de su vivencia cotidiana sincrética para asumir un supuesto discurso de vuelta a los orígenes, imposible en esta “civilización occidental” que cada vez penetra más en la comunidad rural[6].

Por otro lado, también se cuenta con los hechos sucedidos con la intervención del Tipnis que, después de embaucar con el discurso del respeto a la Madre Tierra se violaron los derechos humanos de los propios dueños de esta ideología, es decir de los propios indígenas. Estas imposiciones más bien constituyen nuevas formas de colonización o neo colonizaciones ya que provienen de parte de indígenas instalados en el poder, a indígenas que no están en el poder, para este caso de indígenas de tierras altas hacia indígenas de tierras bajas.
                                     Fuente: poreltipnis.blogspot.com

Fuente: postlatino.com
Finalmente, para “descolonizar” o para salir de esta episteme racional y retomar a la sabiduría habría que desmontar toda la modernidad y hasta la posmodernidad y sus instituciones con su mirada racional, en especial el Estado, máxima expresión del modelo griego de conocimiento, y diseñar un nuevo modelo de gobierno que recupere formas horizontales de ejercicio democrático (por ejemplo la rotación de cargos en vez de la implantación casi eterna del caudillo) pero también la creación de una nueva epistemología que integre el circuito: conocimiento + entendimiento + experiencia tanto en el campo como en la ciudad, esto quiere decir: conocimiento + trabajo manual + trabajo intelectual = sabiduría; que le otorgue a cada quien su propia percepción existencial en sí, su propia identidad, y por ende su dignidad, lo cual lleva al paradigma tan soñado del respeto al otro/a y a su opción de vida dentro de los límites que impone per se el vivir en sociedad.



[1] La definición moderna va a ser de “objetos” que nos rodean.

[2] Tampoco es exclusivo de esta región del mundo puesto que es bien sabido que en el resto del mundo también existieron culturas ancestrales, cuya influencia continúa hoy por hoy, de alguna manera.

[3] No se debe confundir intuición con instinto.

[4] En alusión a la veneración de la Pachamama (aymara), Madre Tierra o Naturaleza.

[5] Por ejemplo en una oportunidad un expositor del Viceministerio de Descolonización en una presentación expresó que akullicar coca equivalía a seguir una moda, como es la costumbre de masticar chicle, cuando sin ser experto/a en el tema se sabe que la coca para las culturas andinas juega un doble papel de mediación: uno entre los participantes de una reunión para “hallar armonía y entenderse”, y dos, para comunicarse entre el espacio terrenal: Akapacha y el espacio de arriba: Alajpacha).

[6] Para mayor información véase Andia, 2012.

domingo, 24 de agosto de 2014

OPINAN HOMBRES SOBRE FEMINICIDIO



Publicado como: "Monólogo de hombres sobre feminicidio" en LA RAZÓN el 8 de septiembre de 2014.

Fuente: encontactoconelpueblo.blogspot.com

Hoy en el programa Diálogo Abierto de radio Panamericana de la ciudad de La Paz, Bolivia, uno de los temas era el feminicidio. En primer lugar invitaron a puros hombres al debate, yo me pregunto qué saben ellos de lo que tenemos que vivir las mujeres? Será que no invitan a mujeres, y menos a feministas por miedo a que actuemos "incivilizadamente" y seamos "poco serias" y "subjetivas", y no como los "capos" pseudo analistas sabelotodos, y nos tengan que sacar arrastradas por "escandalosas" e "histéricas"?, cuando es nuestra propia vida la que está en juego? 

En segundo lugar, si bien tanto criticaron las afirmaciones del candidato Zabala, en estos "analistas" sabelotodos esta latente la misma mirada patriarcal cuando se refieren al caso de Sofía Calvo ocurrido en la ciudad de Santa Cruz, como la "modelo" asesinada, obviamente priorizando sus atributos físicos sin tomar en cuenta para nada sus capacidades al ser una mujer profesional. Por otro lado, si bien se refieren a los muchos feminicidios hacen énfasis en este caso y no por ejemplo, en el de la muchacha de 18 años asesinada en Llallagua, Potosí. Entonces, la vida de unas vale más que la de otras?? 

 Y finalmente, el sociólogo patriarcal Félix Patsi lo remata diciendo que es comprensible que a los hombres les duela ver que las mujeres somos capaces de hacer las mismas cosas que los hombres y mucho más, que la falta de valores en niños y jóvenes se debía a que antes la madre estaba en la casa y era ella quien inculcaba esos valores, y que ahora que la mujer sale a trabajar existe un vacío. 

O sea que es culpa de las mujeres que no existan valores? Debemos volver a la casa para "educarlos" a los pobrecitos varones para que no maten ni violen? Esto ya es el colmo, el que no puedan dejar de ser animales (conste que no me refiero a ellos despectivamente, es un decir) también es nuestra culpa? 

Y por ultimo si están traumados y dolidos por nuestra gran capacidad que acudan a terapia y que aprendan a respetar y formar a los niños/as en el RESPETO A LA VIDA!!, y si no que se borren del mapa que muy bien estamos sin ellos, solo quienes estén dispuestos al cambio,  que sean parte de una sociedad HUMANA!! Ahí sólo se salvó el "analista" Carlos Bohrt que le contestó a Patsi que ya era un acto de violencia obligar a las mujeres a que estén en la casa, espero que lo haya dicho por convicción y no sólo por quedabien, porque conozco algunitos que están bien para criticar, como en el caso de Zabala, hasta se dicen expertos en género, pero en su vida cotidiana son hasta golpeadores, y bajo el efecto de tragos se hacen los seductores.


                                          
                                         Fuente: 123RF

lunes, 26 de mayo de 2014

SER PARTE DE UNA COMUNIDAD

Publicado en MIRADAS, PÁGINA SIETE. domingo 18 de mayo de 2014


La primera vez que escribí en este espacio lo hice sobre mi visita a  San Pedro de Buena Vista en el Norte de Potosí, la segunda sobre Atenas, Grecia, y ahora sobre un lugar tan distinto y tan igual a Grecia, pero nuestro, Tiwanaku  y sus comunidades, lugares a los que vayamos tienen su propia energía y riqueza, haciéndonos sentir de una u otra manera, identificándonos o no, de acuerdo a nuestras propias percepciones y asociaciones.

Esta vez quiero relatar y reflexionar sobre los varios viajes que realicé a Tiwanaku con motivo de la investigación para mi tesis.

Como dije antes, siempre sentí una fuerte atracción por los aymaras, por el cariño que recibí de ellos siendo niña.  Así, por los años 80 cuando se empezaba a hablar de la celebración del Año Nuevo Aymara, sobre todo en Radio Color FM,  había algo que me atraía, no sabía bien qué iba a encontrar, pero como sea quería ir. Quería saber cuál era la motivación, quién lo organizaba, quiénes asistían, etc., en síntesis ser parte de aquello tan nuevo y sugerente. En esos años ni siquiera pensaba en hacer una tesis.

En este artículo no quiero reiterar lo que ya está publicado en el libro Suma Chuymampi Sarnaqaña, que es el producto de la investigación, sino rememorar mis vivencias y sensaciones, mi aprendizaje y aprehensión de la comunidad, del tiempo y del espacio, de las interrelaciones con los tiwanaqueños, de mi sensación de estar en otra dimensión por la expansión de conciencia que produce el estar en el campo y sea cierto o no, respirar esa energía que real o subjetiva nos hace sentir grandes, pertenecientes a algo o a alguien, y/o como parte de una historia en común cuando se comparte un ritual.

Se tomaba el colectivo del cementerio (no habían minibuses) y la mayoría íbamos parados pero precisamente ahí estaba el encanto, compartir con la gente que iba a sus comunidades. La primera vez significó un acto momentáneo de liberación (salir de mi casa) para participar, percibir y empaparme de la ceremonia que acabó siendo una parte trascendental en mi vida puesto que al final, la celebración del Año Nuevo Aymara se convirtió en un medio para compartir con los comunarios.

La primera vez sólo participé como el resto de la gente, observaba y pensaba que no podía ir más allá porque tenía que atender a mi familia, y sentía una especie de tristeza de lo que hubiera podido hacer. Sin embargo, poco después se me presentó una beca trabajo de una institución que precisamente tendría un encuentro entre los amawt´as (celebrantes) de Tiwanaku y los paqus (celebrantes) de las islas de Taquile y Amantaní del Perú. En esa ocasión, después de compartir, gozar y registrar la diversidad de rituales,  cuando volvíamos a La Paz me asomé tímidamente a preguntarles si sería posible participar y hacer mi trabajo con ellos, y de pronto me sentí aceptada.

Fue un proceso del que me empapé de a poco, como una comunaria más sólo que con ropa de ciudad. En las reuniones me sentía agradecida y admirada de cómo confiaron en mí y me dejaron escuchar y vivir todos sus conflictos. Yo sentía gran emoción como investigadora y un sentimiento por la vida en comunidad, indescriptible.

Parecerá machista mi posición, pues no quiero ir en desmedro de las comunarias, pero en ese momento el sentirme como la única mujer escuchando y viviendo todo aquello fue un hito fundamental en la construcción progresiva de mi autoestima: ya no era más sólo la estudiante y la ama de casa, fue mi primera sensación de empoderamiento, pues este “era un tema de hombres”, incluso me pusieron un poncho y un lluchu. Entonces no era sólo un viaje a Tiwanaku sino un viaje por la vida que me hacía sentir en el siguiente nivel, como en los jueguitos.

Recuerdo que me nombraron madrina de una lata de alcohol caimán y que llegué a la comunidad de Wancollo en motocicleta agarrada a un comunario, o cuando me pidieron que llevara sándwiches, todo sea por la vivencia y la investigación, y esa vez que llegué muy resfriada y me alojaron en el hospital naturista de Wankollo, curándome a punta de mates. Yo escuchaba como hablaban y bebían afuera pero yo no tenía ningún temor y si era así lo disipaba subyugada y sublimada por el momento vivido.

Me dirán que soy idealista pero esa fue mi vivencia, llena de mutuo respeto y con la mayoría de ellos hombres, con quienes casi no nos entendíamos, los más viejitos, pero nos sonreíamos, bebíamos, akullikábamos, y nos sentíamos hermanos, pues ellos me trataban de “hermana”. O aquella vez que hice la caminata con el Consejo de amawt´as a las 4:00 desde Wankollo hasta las ruinas, bebiendo alcohol, akullicando y cantando, con mi grabadora al cuello.

Era otra, mi espíritu era otro, en ese momento nada me faltaba, el tiempo se detenía y sólo existíamos la comunidad y yo, todo era aparente pero en el fondo éramos lo mismo, nos reíamos de nuestras aparentes diferencias como decía don Policarpio, amawt´a del Consejo.

Cuando volví a la ciudad ya no era lo mismo, era una sensación de reducción de conciencia y de volver a la prisión de la ciudad y del hogar, de la diferencia de clases y de culturas. En el campo al recorrer muchas veces sola largas distancias me sentía camino al infinito para llegar y ser bien recibida. Cuando volvía mis dos hijas también me recibían bien pero me decían “hueles a lana de oveja y no me querían besar”, pero yo me sentía feliz.

En esta ocasión fue Tiwanaku pero podría haber sido cualquier otra comunidad, pero eso: la  vida comunal y el sentirme empoderada me cambiaron para siempre. Ustedes dirán y ¿por qué no se va a vivir a la comunidad? La estoy pensando pero obvio, soy mestiza, fundamentalmente en lo simbólico, y así como disfruto de una kispiña en un apthapi, también disfruto de un pollo Copacabana. Ese es el tejido interidentitario e intercultural, a veces contradictorio que late en todo ser humano.