Ponencia presentada en el 3º Congreso, Cosmovisiones, Filosofía y
Psicología 2014 “El discurso epistemológico de la descolonización frente al
destino propuesto por la modernidad” (2 y 3 de octubre de 2014: Hall de la
Vicepresidencia de Bolivia y ESFMTHEA).
Para hablar de epistemología y descolonización primero debemos tener un entendimiento claro de estos términos: epistemología, sabiduría, ontología y postmodernidad.
Fuente: mundodesconocido.com
1. Algunas aproximaciones gnoseológicas
La epistemología que fundamentalmente tiene que ver con la filosofía (origen griego (Parménides y Platón) significa el estudio del "conocimiento" (circunstancias históricas, aprendizaje sociológico y psicológico que llevan a la obtención de conocimiento). Y los criterios más usuales por los cuales se justifica o invalida el conocimiento son: la verdad, objetividad, realidad. Aquí ya tenemos un problema porque el conocimiento no considera la subjetividad.
En Grecia el tipo de conocimiento epistemológico (científico) se oponía a la doxa. La doxa era el conocimiento considerado vulgar u ordinario del ser humano, lo que llamaríamos conocimiento "popular", no sometido a una rigurosa reflexión crítica que daría la objetividad al conocimiento, es decir a la ciencia.
Fuente: grupoleibniz.com Fuente: yalilisocialesedu.blogspot.com
Para hablar de epistemología y descolonización primero debemos tener un entendimiento claro de estos términos: epistemología, sabiduría, ontología y postmodernidad.
Fuente: mundodesconocido.com
1. Algunas aproximaciones gnoseológicas
La epistemología que fundamentalmente tiene que ver con la filosofía (origen griego (Parménides y Platón) significa el estudio del "conocimiento" (circunstancias históricas, aprendizaje sociológico y psicológico que llevan a la obtención de conocimiento). Y los criterios más usuales por los cuales se justifica o invalida el conocimiento son: la verdad, objetividad, realidad. Aquí ya tenemos un problema porque el conocimiento no considera la subjetividad.
En Grecia el tipo de conocimiento epistemológico (científico) se oponía a la doxa. La doxa era el conocimiento considerado vulgar u ordinario del ser humano, lo que llamaríamos conocimiento "popular", no sometido a una rigurosa reflexión crítica que daría la objetividad al conocimiento, es decir a la ciencia.
Sin embargo, la
sabiduría va a ser la aplicación de
los conocimientos de manera inteligente a la experiencia propia obteniendo conclusiones que dan mayor
entendimiento, que nos capacitan para reflexionar
prácticamente, vivencialmente,
sacando conclusiones que nos dan discernimiento
de valores como ser: la verdad,
la moral, la ética, lo bueno, lo malo, etc. Esto da lugar a un individuo con buen juicio, con sentido común.
Fuente: chilehumor.com
No
solo es conocimiento, sino entendimiento
para resolver problemas porque se ha
experimentado, tiene mucho que ver con la propia percepción y por tanto con la experiencia objetiva y subjetiva (ejemplo: ser parte en una
comunidad rural, migrar a la ciudad y ver cómo cambia la identidad; comprender
la desigualdad de género desde la vivencia, así no sólo es en teoría sino por convicción, tratando de ponerse en
los zapatos del otro). Recién desde esta vivencia se puede proporcionar consejos. Lo opuesto sería la inmadurez,
para decirlo en palabras más fuertes: la estupidez, la locura. En la sabiduría
se deben ordenar y discernir todos los conocimientos, es
decir que actúa una memoria a largo plazo, experimental y comparativa; lo que se ha experimentado con suficiente frecuencia e intensidad como para que
no se borre el recuerdo, se inserte en los esquemas de la consideración de lo
bueno y lo malo; en otras palabras es lo que edifica a la persona. La
experiencia personal está permanentemente unida a la adquisición de
conocimiento, es un proceso de ida y vuelta: adquisición de conocimiento –
experimentación – vuelta al conocimiento.
Por
tanto existe una amplitud de conocimiento
(integralidad, en forma de tejido y
no separado) con la profundidad de
entendimiento a través de la experiencia,
lo único que proporciona sensatez y claridad de juicio que se traduce en el discernimiento: discreción, prudencia,
moderación, que se plasman en la práctica, en la vivencia con el entorno, en el
relacionamiento con el/la otra. Se sabe utilizar los conocimientos de manera
positiva: percibir el entorno, escuchar a los demás, sistematizar lo que dicen
(como lo dijo, por qué lo dijo, en qué circunstancias lo dijo), sólo así se
puede opinar y/o aconsejar, y por tanto reflexionar con seriedad.
Fuente: superateatimismo.com
Con la percepción que se haya obtenido en
el proceso de sabiduría (conocimiento y entendimiento a través de la
experiencia) se accede a la ontología
que analiza las diferentes entidades que componen el Universo que, en realidad
se trata de una construcción de cada
individuo para proporcionarse a sí mismo una explicación existencial (la búsqueda de Dios, de las ideas que expliquen la
propia existencia (de tipo mental) y de los sentimientos (de tipo emocional,
místico). Y fundamentalmente, la relación entre estas identidades que expliquen
de una manera coherente la propia
existencia, entonces se trata de un proceso interior más que externo (metafísico) porque a pesar de que las
entidades están divididas en abstractas (aquí
nos interesa los conceptos) y concretas[1] (lo que nos rodea, lo que está fuera de nosotros: plantas,
animales, montañas, planetas, etc.) dependen de la relación que tengamos con
estos elementos. Sin embargo de acuerdo a cada contexto o cultura puede variar
lo que es abstracto o concreto, dependiendo del conocimiento intuitivo y vivencial (percepción a través de las ideas y de las sensaciones) de
cada individuo o grupo social; además de que las entidades abstractas
dependerían de las concretas para cobrar significado.
En las culturas premodernas, esta
relación de entidades tanto abstractas como concretas, se dio de manera integral, profundamente interrelacionadas y hasta
fusionadas, mientras que en la modernidad están separadas, especializadas; sólo
en la actualidad se hace el intento de construir una integralidad a partir de la
antropología compleja en un contexto
acostumbrado a la separación, al desglose, a la clasificación, a la
especialización, y a lo lineal.
Para la
modernidad, la ontología va a
contemplar la entidad del sentido común que
se refiere a las diferentes formas de analizar la existencia de algo, que van
desde la identificación de algo
hasta su desglose en moléculas, átomos, partes del cuerpo, células, etc. que no
logra proporcionar un panorama completo de la identidad, dependiendo del grupo
cultural, de sus expectativas y de su propia percepción ya que el “sentido
común” no hace a todas las culturas ni a todos los tiempos ni espacios. Si
hablamos de entidades concretas sí se puede pensar en conceptos comunes
denominados universales (por ejemplo
los adjetivos como dureza, suavidad, etc.).
La entidad mental es la más difícil de
determinar ya que es abstracta (las ideas, el razonamiento, la memoria, incluso
el sentimiento, actualmente incluso se habla de inteligencia “emocional”). Sin
embargo, aquí viene el problema entre la visión moderna de la medicina para la
que el cerebro es netamente material, y otras culturas en las que se
conceptualizan las cosas que no se ven tan reales y objetivas como las que se
ven o se pueden tocar. En este sentido, la mente resultaría casi imposible de
abordarla como objeto de estudio de manera científica, de ser observada, por su
inexistencia en el plano físico. Pero este problema sólo se presenta en la
cultura moderna y no así en otras ya que para ellas la existencia de otros
cuerpos (mental, emocional, espiritual) es tan objetiva como el cuerpo físico
(se trata de una concepción metafísica).
Bajo
este razonamiento, pensar y hablar de descolonización
se refiere a “liberarnos” de un pensamiento racional epistemológico (conocimientos
racionales) y recuperar por decirlo así, la doxa
(conocimiento "popular") y por ende la sabiduría (recordemos a los sabios
ancianos de las culturas ancestrales que guían o guiaban en su accionar a la
comunidad).
2. La descolonización ¿utopía o engaño?
En
nuestro país, y en general en América Latina[2], conviviendo lado a lado
la cultura occidental moderna y las culturas ancestrales que se
transculturalizan poco a poco, pues aparentemente se fusionan ambas miradas pero
como la ciencia moderna tiene sus propios cánones racionales (creer sólo en lo que se ve, en lo evidente, además de
tener una mirada lineal y aislada de los objetos y de los cuerpos), y está
relacionada con las instituciones estructurales de la sociedad: Estado,
derecho, sistema judicial, economía, academia, educación, salud, maneras de
hacer política, e incluso el sistema religioso institucional contrapuesto a su
discurso; llegado el momento arrasa con la otredad, con la doxa, con lo "popular", que más está guiada por la intuición inteligente y por la experiencia es decir por la percepción
y el sentir. Entonces hablar de descolonización constituiría el desmontaje de
todo este sistema racional moderno lineal, especializado, y recuperar y
resignificar un sistema acorde a la segunda mirada, basada en la experiencia.
Pero ya
hemos dicho que la cultura racional es la dominante pero no niega la existencia
de otras culturas presentes en la cotidianidad de los no doctos/as e incluso en
las prácticas de los doctos/as, entonces en este escenario es preferible hablar
de un contexto postmoderno, en el
que para “dar gusto a todos/as” predomina el individuo o ciertos grupos
sociales pero ya no la sociedad homogénea puesto que viendo las tensiones entre
estas culturas opuestas parece imposible pensar en un bienestar común: unos
defienden la modernidad racional y otros lo ancestral intuitivo – inteligente[3]. Por ello me adscribo a la
postmodernidad porque va más allá de la modernidad, en un sentido más amplio,
no en un nomeimportismo sino en un contexto más donde conviven opuestos, pero
no como una situación de desencanto
sino como una posibilidad de convivencia entre diferentes, sin hallar e imponer paradigmas comunes por la imposibilidad de encontrar horizontes también
comunes.
Así,
parecería que la descolonización supuestamente funciona para ciertos grupos
sociales en lo que se refiere solamente a la entidad mental o imaginario
simbólico puesto que en el plano objetivo se vive en un contexto racional –
moderno, en el que el Estado a pesar de querer “rescatar” aparentemente este
pensamiento ancestral intuitivo en el imaginario social, resulta ser hegemónico
en su accionar moderno racional occidental (neoliberal, tecnológico,
consumista, etc.). Por ello, el discurso ideológico político del supuesto
rescate (la oposición lo llama discurso “pachamámico”[4]) se convierte en un
elemento más de consumo y de alienación, y su duración es breve no llegando a constituir un paradigma de
mejoramiento y superación de los principales problemas sociales (pobreza,
racismo, inseguridad ciudadana, atención médica y educación mediocres, etc.).
En este sentido, como para el postmodernismo lo que importa es cómo se transmite el mensaje, es decir la forma más que el contenido del mensaje, y qué efectos produce este mensaje, lo que sale a la vista en el mensaje de descolonización de un individuo o un grupo (gobierno del MAS) que vive bajo los cánones de la vida moderna: ciudad, consumismo, leyes del derecho romano, instituciones, Estado neoliberal; en resumen una forma de ser “civilizada”, pero propagando un mensaje simbólico de una cultura premoderna agraria: campo, vestimenta de acuerdo a la vida en el medio rural, predominio de la naturaleza, el hecho de akullicar coca pero sin saber su significado ritual[5], etc.; es la forma y no el contenido. Así, entonces no existe una correspondencia ni coherencia entre el mensaje que se quiere dar y el contenido de lo que se vive, es decir entre la teoría (ni siquiera llega a la seriedad de la teoría, sino más bien se trata de una especulación) y el empirismo.
Al
igual, la ciencia como está estructurada en base sólo al conocimiento teórico - libresco y
no al conocimiento más el entendimiento
y la experiencia como es la sabiduría ¿Cómo se podría “descolonizar” si el
mensaje o discurso no corresponde a la propia vivencia de los supuestos
descolonizadores/as?, más aun, si en la postmodernidad, por la extremada
influencia de la epistemología de la cultura occidental se tiende a dar importancia
solamente al cuerpo (que se ve y palpa), y no al ser integral (compuesto de
partes que no se ven ni se palpan: espíritu, mente, emociones; aparte del
cuerpo) del cual tienen plena convicción otras culturas.
Fuente: hoybolivia.com
Fuente: hoybolivia.com
Así,
parecería que la descolonización
resulta imposible por estas incongruencias que conlleva, siendo lo único que se
consigue querer imponer una percepción de un ideal añorado pero no vivido, por
cierto muy respetable, por quienes propugnan este discurso, pero también por
muchos oportunistas arrimados al poder que nunca faltan; a quienes lo viven de
algún modo en relación con su entorno, por ejemplo a los comunarios/as del área
rural. Ahí pongo como ejemplo la imposición e instrumentalización política que
se hizo por parte de los citadinos indígenas llamados “pachamámicos” a los
comunarios de la región de Tiwanaku con motivo de la celebración del Año Nuevo
Aymara diciéndoles cómo debían comportarse en las acciones ritualistas, que se
olviden de su vivencia cotidiana sincrética para asumir un supuesto discurso de
vuelta a los orígenes, imposible en esta “civilización occidental” que cada vez
penetra más en la comunidad rural[6].
Por
otro lado, también se cuenta con los hechos sucedidos con la intervención del
Tipnis que, después de embaucar con el discurso del respeto a la Madre Tierra
se violaron los derechos humanos de los propios dueños de esta ideología, es
decir de los propios indígenas. Estas imposiciones más bien constituyen nuevas
formas de colonización o neo
colonizaciones ya que provienen de parte de indígenas instalados en el
poder, a indígenas que no están en el poder, para este caso de indígenas de
tierras altas hacia indígenas de tierras bajas.
Fuente: postlatino.com
Finalmente, para “descolonizar” o para salir de esta episteme racional y retomar a la sabiduría habría que desmontar toda la modernidad y hasta la posmodernidad y sus instituciones con su mirada racional, en especial el Estado, máxima expresión del modelo griego de conocimiento, y diseñar un nuevo modelo de gobierno que recupere formas horizontales de ejercicio democrático (por ejemplo la rotación de cargos en vez de la implantación casi eterna del caudillo) pero también la creación de una nueva epistemología que integre el circuito: conocimiento + entendimiento + experiencia tanto en el campo como en la ciudad, esto quiere decir: conocimiento + trabajo manual + trabajo intelectual = sabiduría; que le otorgue a cada quien su propia percepción existencial en sí, su propia identidad, y por ende su dignidad, lo cual lleva al paradigma tan soñado del respeto al otro/a y a su opción de vida dentro de los límites que impone per se el vivir en sociedad.
[2] Tampoco es exclusivo de esta región
del mundo puesto que es bien sabido que en el resto del mundo también
existieron culturas ancestrales, cuya influencia continúa hoy por hoy, de
alguna manera.
[4] En alusión a la veneración de la
Pachamama (aymara), Madre Tierra o Naturaleza.
[5] Por
ejemplo en una oportunidad un expositor del Viceministerio de Descolonización en
una presentación expresó que akullicar coca equivalía a seguir una moda, como
es la costumbre de masticar chicle, cuando sin ser experto/a en el tema se sabe
que la coca para las culturas andinas juega un doble papel de mediación: uno
entre los participantes de una reunión para “hallar armonía y entenderse”, y
dos, para comunicarse entre el espacio terrenal: Akapacha y el espacio de
arriba: Alajpacha).
[6] Para mayor información véase Andia, 2012.