martes, 6 de junio de 2017

EL ABORTO EN EL MUNDO INDIGENA





Fuente: Mujerances
Introducción[1]

Para realizar una aproximación a la idea del aborto en los distintos pueblos indígenas de Bolivia se deben tomar en consideración dos niveles de análisis que se relacionan y se complementan entre sí, puesto que existe una relación de reflejo, de “reconocerse en…” (Cirese, 1987) entre significado y significante, en la amplia arena del sentido que constituye la cultura (González, 1994) y que hacen a la identidad. Estos niveles son el abstracto y por tanto, simbólico[2], y el concreto o de vivencia cotidiana.

Los símbolos juegan el papel que sintetiza la razón de existencia de un pueblo, su tono y calidad de vida; su cosmovisión de acuerdo a un espacio y tiempo concretos. Al ser su razón de vida, el símbolo pasa por la significación y el sentimiento que, en última instancia son una misma cosa (Geertz, 1987) y da continuidad a un pueblo.

El segundo nivel se refiere a las condiciones de vida concretas, materiales que están enmarcadas en situaciones que responden o que deberían responder precisamente al primer nivel, sin embargo como en las sociedades se da una superposición de tiempos y espacios conviviendo entre ellos, muchas veces se tiene que lo abstracto no responde necesariamente a la situación concreta, o a la inversa.

Por otra parte, considerando que lo que hoy se denomina “indígena” corresponde a grupos humanos cuya existencia primigenia ha sido de convivencia directa con la naturaleza por una situación de sobrevivencia, obviamente su mundo simbólico también corresponde a un sistema de códigos diferente al de la modernidad, y más aún, a los diversos sistemas de códigos y superposiciones presentes en la postmodernidad; se debe tener en cuenta que esta correspondencia o des - correspondencia entre los dos niveles mencionados van a determinar la identidad de las personas y/o grupos sociales que, es dinámica y procesual, y no estática, pues va a cambiar de acuerdo al cambio de espacio (migración) y tiempo (factor generacional) (Goffman, 1986).

Teniendo en cuenta esta interrelación entre ambos niveles, en los seres humanos y en los grupos sociales se aborda el tema del aborto desde la perspectiva indígena.

La comunidad rural, el mito y el control social



 Fuente: gauchoguacho.blogspot.com


En la mayoría de las formas de sociedades el símbolo va a adquirir connotaciones sacras y morales ya que determinan el accionar humano, la normativa o límite entre lo que se considera que está bien o mal. En tal sentido “En la comunidad rural indígena que se considera un ser vivo y completo, lo que va a marcar el orden es el mito, que se manifiesta a través del control social para el bienestar no sólo de la colectividad, sino del cosmos, en equilibrio y complementariedad con las fuerzas de la naturaleza y obviamente con las deidades. Así, todo está interrelacionado. Existe un paralelismo (no una causalidad), entre los procesos humanos-sociales y los procesos naturales-ecológicos, y entre los procesos naturales y los sobrenaturales” (“La ritualidad de los Kallawayas: La práctica de la homeopatía y el animismo”, s/f.: 3: Rösing citada en  J. Van Kessel.: 53). 

Así, todo tiene un sentido de equilibrio y de paralelismo entre los procesos naturales y humanos: lo masculino y lo femenino, la pareja, y también la fecundidad y la continuidad de la vida. En este marco, siendo la mujer la principal actora en dicho proceso es quien está más sujeta al control social.

En este marco “Se considera que el aborto como interrupción del proceso de la fecundidad humana atrae la helada, que corta el proceso productivo de la chacra; la mujer encinta, simbólicamente significa la fertilidad de la chacra trabajada. Para mantener el equilibrio y la normalidad de las fuerzas naturales (tan necesarias para la economía campesina), se hace necesario mantener y cuidar una normalidad complementaria en la conducta humana (reproducción humana, producción económica, relaciones sociales) (Ibid.: 3,4). El quebrantamiento de este patrón moral de pensamiento provoca la pérdida de equilibrio pudiendo acarrear, como consecuencia la desintegración o la inestabilidad en el proceso productivo de la comunidad en su conjunto (Delgado, 1984: 5). Si bien se trata de la irrupción de la helada en el caso de las mujeres “juntadas”, se trata de sequía en las mujeres solteras” (Ibid.).

Esta visión es tan radical que en algunos textos de cosmovisión andina se señala que “En el caso de fetos de animales se aclara que “…el sullö usado en una ceremonia siempre es conseguido (…) de un animal que murió en un accidente, o sin saber que el animal estuvo preñado se ha degollado. (…) el feto es una vida latente, y (…) se le considera sagrado, (…); por eso no es posible botarla ni darle a algún animal para que se la comiera, pues es una vida en potencia, por eso se devuelve a la naturaleza (…) en las grandes Ceremonias comunales, o en las pequeñas familiares. No se ha cometido un asesinato a propósito, y mucho menos que se haya provocado aborto alguno, pues en la Cultura Andina se respeta la vida, de ahí que se hacían Ceremonias de permiso y armonía para degollar un animal (auquénidos)…” (Pfuture, 2009: 4, 5).

La individualidad urbana, la religión y la modernidad

Aunque no se puede delimitar de forma rígida el ámbito rural como el urbano, como tampoco las épocas ya que la influencia de la modernidad alcanza hasta el área rural, por cuestiones metodológicas se realiza este corte.

En la ciudad, al predominar el individuo y/o la familia monogámica antes que la comunidad, así como las relaciones capitalistas productivas y comerciales, el mundo simbólico también va a cambiar. En efecto, en nuestra sociedad predomina la iglesia cristiana (en varias manifestaciones) que justamente surgió en Oriente, en el paso de la sociedad agraria a la comercial (paso de la comunidad a la familia), base de la modernidad. Si bien, se reconoce al ser humano como centro del universo, basada en la idea de que el ser humano es el único que  posee cuerpo y alma, la religión católica también va a defender el proceso de la vida y condenar la interrupción de la vida so pena de sufrir la condena eterna del infierno.

Los indígenas al migrar del campo a la ciudad, y al penetrar cada vez más la modernidad y por tanto las creencias cristianas en el campo, se ven empapados y reforzados por esta idea de no interrupción del embarazo: uno porque pervive la idea del equilibrio cósmico para que se dé también un equilibrio en la vida misma: economía, social, convivencia colectiva, etc., y segundo: por el reforzamiento que constituye la fe de la religión católica.

Sin embargo, con el arribo del capitalismo neo –liberal también surgen grandes desequilibrios sociales, siendo uno de sus mayores efectos la pobreza que, ligados a la discriminación afectan sobre todo a los indígenas y sobre todo a las indígenas. Así, al margen del mundo simbólico surge la necesidad de “no tener tantos hijos” a pesar de que las mujeres indígenas piensan que un aborto produce daños en el cuerpo y poseen conocimientos acerca de plantas medicinales que inducen al aborto[3]. Entonces ya no se da una correspondencia entre el mundo simbólico y el concreto, sobre todo en la ciudad. Así, surge una antonimia entre lo que se cree y entre lo que se practica dando lugar, muchas veces a la incoherencia entre lo explícito y lo oculto.

Los derechos, las descreencias y la postmodernidad

En el auge de la modernidad surgen las leyes y los derechos humanos que si bien se originan en las culturas occidentales, se consolidan como derechos universales, por tanto válidos para todas las sociedades así permanezcan en un estado agrario, capitalista productivo o comercial. Así, si bien se incide en los derechos humanos de los indígenas, este conjunto de ideas no responden a la sociedad agraria, pero por otro lado, los indígenas también ya han sido objeto de una movilidad social, no sólo del campo a la ciudad sino de una actividad económica a otra, y por tanto de un sistema económico y simbólico a otro. Igualmente se incide en los derechos humanos (entre ellos los derechos reproductivos[4]) de las mujeres como individuas, y la familia pasa a un lugar secundario predominando la visión del sistema patriarcal, que si bien siempre ha existido no se lo visibilizaba como tal, sino, la pareja y la familia como una unidad indivisible.

Entonces, de acuerdo a los derechos humanos individuales “La penalización viene a materializar la coercitividad patriarcal que reclama su poderío exclusivo y excluyente sobre el cuerpo de la mujer. Se castiga, estigmatiza y se excluye a las mujeres, porque no se quiere ver en sus rostros ni en el aborto las contradicciones de las sociedades (Foucault, 2007 citado en: Venegas, 2013: 8) basadas en fundamentalismos religiosos (FRs) tienden a efectuar discursos que centran el debate en la polaridad vida-muerte, es decir, ellos son los “pro-vida” mientras quienes se ubican en la postura contraria son “asesinos” y miembros de la “cultura de la muerte”. Bajo este esquema, se defiende la vida humana sin excepciones como plan de Dios, contra el que no caben derechos reproductivos como el aborto. En definitiva, los FRs no protegen la vida de las mujeres, llegando al extremo de prohibir el aborto bajo toda circunstancia, perpetuándose de ese modo una concepción propia de la ideología patriarcal” (Venegas, 2013: 14,15).

Así, al ser el/la indígena sujeto de derecho como individuo queda atrás la vida en comunidad, siendo un factor muy importante la generación etárea; y lo “indígena” queda como parte de la identidad en la dimensión afectiva (Epstein, 1992), incluso en la comunidad. Al respecto, recuerdo el testimonio de una autoridad de la comunidad de Chillcani en Sorata:

“Antes eraba así…, llegaba granizada pero mi papá sabía decir “… deben tener una wawa sin bautizar… preguntaban a toda la comunidad, a las autoridades. Antes era con chicote, el General, el agricultor, casa por casa saben ir y ahí se pesca…” (Fuera de la entrevista me dijo que también era en caso de aborto, y dijo entre risas, que ahora el Secretario General ya no iba de casa en casa con chicote porque lo podían acusar de allanamiento) (Andia, 2006: 91).

Para graficar algunas prácticas respecto al aborto de algunos pueblos indígenas, se tiene el siguiente cuadro:

Chiquitano
Trinitario
Chimane
Sirionó
Castigos mediante fenómenos de la naturaleza (CM, 2009).

El “sentido divino del cuerpo, como creación de Dios” da orden al mandato reproductivo (Ibid.: 87).

No es castigado, es un asunto íntimo, es decisión de la mujer o de la pareja, pero es censurado por algunos hombres por conllevar riesgos de tipo simbólico y/o mágico cuando la maternidad se da en situaciones no ideales (Ibid.).
Las mujeres  definen momento de la maternidad y el # de hijos, utilizando métodos de planificación familiar o yerbas que conocen (Ibid.).

Ayoreo
Quechua
Aymara

Control de la reproducción y maternidad (Ibid.).

Práctica que puede provocar calamidades y desastres naturales, pero muchas mujeres (+ solteras) practican el aborto en embarazos no deseados (Ibid.).
A veces el esposo expresa induce al aborto provocado, sobre todo en los últimos embarazos (C.I.A.E.S – UNICEF, 1991).
Tiene consecuencias dañinas para el cuerpo, algunas practican usando yerbas y píldoras. Quienes tienen muchos hijos o cuando no es de su pareja, más común en las solteras (CM, 2009: 72).
En algunas ocasiones los padres inducen a la joven al aborto mediante el uso de yerbas (Andia, 1989).

Elaboración propia en base a datos de la COORDINADORA DE LA MUJER (2009), C.I.A.E.S. – UNICEF (1991) y Andia (1989) (conocimiento de un caso).
Como conclusión se puede señalar que en un mundo moderno cuyo paradigma simbólico constituyen los derechos humanos individuales que son considerados universales para todas las personas, al margen del sistema cultural - económico en el que se encuentren, los universos simbólicos correspondientes a cada uno de ellos (sociedad agraria – cosmovisión holista, paso de la sociedad agraria a la comerciante – religión cristiana con el paradigma de la familia monogámica) van desapareciendo y como causa se da paso a un mundo del significado cada vez más escaso (descreencias), y a acciones de acuerdo a las necesidades y, precisamente en función del ejercicio de derechos o, a una convivencia de sistemas culturales así como de complejas esferas simbólicas superpuestas no correspondientes entre sí que dan lugar a la llamada postmodernidad, y de ahí la actual afirmación de una “pérdida de valores”, que produce en última instancia una “doble moral” ya que por un lado van las creencias, y por otro las prácticas.
Esta tensión se hace más profunda en los indígenas y en las mujeres, precisamente porque los primeros son vistos como algo estático (no deberían acceder a un mundo moderno, y quedarse en una visión holista), y las segundas porque en primera instancia fueron y son consideradas responsables del buen funcionamiento del sistema productivo agrícola en la comunidad (semejanza simbólica con la fertilidad de la Madre Tierra), y en segunda instancia, de la pervivencia de la familia monogámica, y por ende, como motor de la sociedad (semejanza simbólica con la virgen María).
La “transgresión” más gráfica de estas concepciones constituye el aborto, y por doble partida si se trata de una mujer indígena, ya que simbólicamente sigue dependiendo de ella el equilibrio de la colectividad, reforzada con el papel de pilar de la familia que le ha asignado la sociedad occidental con la colonización. Pues, en este mundo de desigualdades y disparidades, acceder al ejercicio pleno de sus derechos reproductivos constituye una acción titánica y, mucho menos al “goce de su sexualidad” -a pesar de que en la época anterior a la colonia había mayor libertad sexual entre las/los jóvenes solteros pero no así cuando ya se formalizaba la pareja-, arquetipo simbólico de la actual cultura dominante, donde la tensión entre derechos humanos individuales y colectivos se hace cada vez más evidente.
Por ello, en tiempos de postmodernidad, la salida más congruente a este meollo contrapuesto entre los derechos, las necesidades y las creencias en el caso de las mujeres indígenas, constituye el derecho individual a decidir sopesando los efectos, tanto en lo práctico como en lo simbólico.


Fuente: tercerainformación.es


BIBLIOGRAFÍA

Andia, E. (2006). Relaciones de género en la cultura andina: Estudio de caso en las comunidades de Irama Belén (Achacachi), Quirambaya y Chillcani (Sorata). Santa Cruz, Bolivia. Secretariado Rural Perú – Bolivia, CIPCA.

Cirese, A. (1987). Il Molise e la sua identità, Basilicata, No. 5/6, mayo-junio 1987, p.13, citado en Gilberto Giménez (1992). En (Gilberto Giménez, Martha Sánchez y otros comp) Reseñas bibliográficas I: Teorías y análisis de la identidad social (1992). Cuaderno INI. México D. F., México. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

CENTRO DE INVESTIGACIÓN, ASESORÍA Y EDUCACIÓN EN SALUD (C.I.A.E.S), UNICEF (1991). Maternidad tradicional: Conocimientos, actitudes y prácticas de las mujeres en relación al ciclo reproductivo. Cochabamba, Bolivia.

COORDINADORA DE LA MUJER (2009). Detrás del cristal con que se mira: Mujeres del Altiplano, órdenes normativos e interlegalidad. Filomena Nina. La Paz, Bolivia.

COORDINADORA DE LA MUJER (2009). Detrás del cristal con que se mira: Órdenes Normativos e Interlegalidad. Mujeres Quechuas, Aymaras, Sirionó, Trinitarias, Chimane, Chiquitanas y Ayoreas. Mercedes Nostas y Carmen Elena Sanabria (co investigadoras). La Paz, Bolivia.

Delgado, H. (1984). Salud y Enfermedad en el Mundo Andino I. Serie: Apuntes de Medicina Tradicional Nº 10ª. Ayacucho, Perú. (Doc. PDF).

Epstein, A, L. (1992). Ethos and Identity. Three Studies in Ethnicality. London Tavistock Publications. Chicago, 1978. En (Gilberto Giménez, Martha Sánchez y otros comp) Reseñas bibliográficas I: Teorías y análisis de la identidad social (1992). Cuaderno INI. México D. F., México. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.


Geertz, C. (1987). La interpretación de las culturas. México D. F. México. GEDISA.

González, J. A. (1991). Más (+) Cultura (s): Ensayos sobre realidades plurales. México D. F., México. CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES.

Pfuture, E. (2009). La ceremonia andina de armonización. Disponible en: http://www.cosmovisionandina.org/ensenanzas/armonizacion.html.
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Venegas, C. (2013). El aborto en los países de la subregión andina: Discursos, políticas y resistencias. Universidad de Playa Ancha, Chile. Aposta revista de ciencias sociales ISSN 1696-7348. http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/cvenegas.pdf. 56, Enero, Febrero y Marzo 2013.

 

Páginas web:

http://www.monografias.com/trabajos4/kalla/kalla.shtml  “La ritualidad de los Kallawayas: La práctica de la homeopatía y el animismo”. s/f.







[1] Este artículo constituye sobre todo una reflexión en base a segundas fuentes, salvo algunas referencias basadas en el conocimiento directo de ciertas situaciones relacionadas al tema.

[2] Para Geertz (1987), lo simbólico tiene una existencia tan tangible y concreta como lo material.
[3] Esto se ve en el cuadro “Aborto en algunos pueblos indígenas” que se muestra más adelante.
[4] “Aquellos derechos que permiten a todas las personas, sin discriminación ni bajo ninguna clase de violencia o coerción, ejercer plenamente su sexualidad como fuente de desarrollo personal y decidir autónomamente sobre la sexualidad y reproducción, contando para ello con la información, los medios y los servicios que así lo permitan” (Maturana, 2004: 10 citado en Venegas, 2013: 12).