Para
realizar una aproximación a la idea del aborto en los distintos pueblos
indígenas de Bolivia se deben tomar en consideración dos niveles de análisis
que se relacionan y se complementan entre sí, puesto que existe una relación de
reflejo, de “reconocerse en…” (Cirese, 1987) entre significado y significante,
en la amplia arena del sentido que constituye la cultura (González, 1994) y que
hacen a la identidad. Estos niveles son el abstracto y por tanto, simbólico[2], y
el concreto o de vivencia cotidiana.
Los
símbolos juegan el papel que sintetiza la razón de existencia de un pueblo, su
tono y calidad de vida; su cosmovisión de acuerdo a un espacio y tiempo
concretos. Al ser su razón de vida, el símbolo pasa por la significación y el
sentimiento que, en última instancia son una misma cosa (Geertz, 1987) y da
continuidad a un pueblo.
El
segundo nivel se refiere a las condiciones de vida concretas, materiales que
están enmarcadas en situaciones que responden o que deberían responder
precisamente al primer nivel, sin embargo como en las sociedades se da una
superposición de tiempos y espacios conviviendo entre ellos, muchas veces se
tiene que lo abstracto no responde necesariamente a la situación concreta, o a
la inversa.
Por
otra parte, considerando que lo que hoy se denomina “indígena” corresponde a
grupos humanos cuya existencia primigenia ha sido de convivencia directa con la
naturaleza por una situación de sobrevivencia, obviamente su mundo simbólico
también corresponde a un sistema de códigos diferente al de la modernidad, y
más aún, a los diversos sistemas de códigos y superposiciones presentes en la
postmodernidad; se debe tener en cuenta que esta correspondencia o des -
correspondencia entre los dos niveles mencionados van a determinar la identidad
de las personas y/o grupos sociales que, es dinámica y procesual, y no
estática, pues va a cambiar de acuerdo al cambio de espacio (migración) y
tiempo (factor generacional) (Goffman, 1986).
Teniendo
en cuenta esta interrelación entre ambos niveles, en los seres humanos y en los
grupos sociales se aborda el tema del aborto desde la perspectiva indígena.
La comunidad rural, el mito y el
control social
Fuente: gauchoguacho.blogspot.com
En
la mayoría de las formas de sociedades el símbolo va a adquirir connotaciones
sacras y morales ya que determinan el accionar humano, la normativa o límite
entre lo que se considera que está bien o mal. En tal sentido “En la comunidad
rural indígena que se considera un ser vivo y completo, lo que va a marcar el
orden es el mito, que se manifiesta a través del control social para el
bienestar no sólo de la colectividad, sino del cosmos, en equilibrio y
complementariedad con las fuerzas de la naturaleza y obviamente con las
deidades. Así, todo está interrelacionado. Existe
un paralelismo (no una causalidad), entre los procesos humanos-sociales y
los procesos naturales-ecológicos, y entre los procesos naturales y los
sobrenaturales” (“La ritualidad
de los Kallawayas: La práctica de la homeopatía y el animismo”, s/f.: 3: Rösing citada en J. Van
Kessel.: 53).
Así, todo tiene un sentido de equilibrio y
de paralelismo entre los procesos naturales y humanos: lo masculino y lo
femenino, la pareja, y también la fecundidad y la continuidad de la vida. En
este marco, siendo la mujer la principal actora en dicho proceso es quien está
más sujeta al control social.
En este marco “Se considera que el aborto como
interrupción del proceso de la fecundidad humana atrae la helada, que corta el
proceso productivo de la chacra; la mujer encinta, simbólicamente
significa la fertilidad de la chacra trabajada. Para mantener el
equilibrio y la normalidad de las fuerzas naturales (tan necesarias para la
economía campesina), se hace necesario mantener y cuidar una normalidad
complementaria en la conducta humana (reproducción humana, producción económica,
relaciones sociales) (Ibid.: 3,4). El
quebrantamiento de este patrón moral de pensamiento provoca la pérdida de equilibrio
pudiendo acarrear, como consecuencia la desintegración o la inestabilidad en el
proceso productivo de la comunidad en su conjunto (Delgado, 1984: 5). Si bien se trata de la irrupción
de la helada en el caso de las mujeres “juntadas”, se trata de sequía en las
mujeres solteras” (Ibid.).
Esta
visión es tan radical que en algunos textos de cosmovisión andina se señala que
“En el caso de fetos de animales se aclara que “…el sullö usado en
una ceremonia siempre es conseguido (…) de un animal que murió en un accidente,
o sin saber que el animal estuvo preñado se ha degollado. (…) el feto es una
vida latente, y (…) se le considera sagrado, (…); por eso no es posible botarla
ni darle a algún animal para que se la comiera, pues es una vida en potencia,
por eso se devuelve a la naturaleza (…) en las grandes Ceremonias
comunales, o en las pequeñas familiares. No se ha
cometido un asesinato a propósito, y mucho menos que se haya provocado aborto
alguno, pues en la Cultura Andina se respeta la vida, de ahí que se hacían
Ceremonias de permiso y armonía para degollar un animal (auquénidos)…” (Pfuture,
2009: 4, 5).
La individualidad
urbana, la religión y la modernidad
Aunque
no se puede delimitar de forma rígida el ámbito rural como el urbano, como
tampoco las épocas ya que la influencia de la modernidad alcanza hasta el área
rural, por cuestiones metodológicas se realiza este corte.
En
la ciudad, al predominar el individuo y/o la familia monogámica antes que la
comunidad, así como las relaciones capitalistas productivas y comerciales, el
mundo simbólico también va a cambiar. En efecto, en nuestra sociedad predomina
la iglesia cristiana (en varias manifestaciones) que justamente surgió en
Oriente, en el paso de la sociedad agraria a la comercial (paso de la comunidad
a la familia), base de la modernidad. Si bien, se reconoce al ser humano como
centro del universo, basada en la idea de que el ser humano es el único
que posee cuerpo y alma, la religión
católica también va a defender el proceso de la vida y condenar la interrupción
de la vida so pena de sufrir la condena eterna del infierno.
Los
indígenas al migrar del campo a la ciudad, y al penetrar cada vez más la
modernidad y por tanto las creencias cristianas en el campo, se ven empapados y
reforzados por esta idea de no interrupción del embarazo: uno porque pervive la
idea del equilibrio cósmico para que se dé también un equilibrio en la vida
misma: economía, social, convivencia colectiva, etc., y segundo: por el
reforzamiento que constituye la fe de la religión católica.
Sin
embargo, con el arribo del capitalismo neo –liberal también surgen grandes
desequilibrios sociales, siendo uno de sus mayores efectos la pobreza que,
ligados a la discriminación afectan sobre todo a los indígenas y sobre todo a
las indígenas. Así, al margen del mundo simbólico surge la necesidad de “no
tener tantos hijos” a pesar de que las mujeres indígenas piensan que un aborto
produce daños en el cuerpo y poseen conocimientos acerca de plantas medicinales
que inducen al aborto[3].
Entonces ya no se da una correspondencia entre el mundo simbólico y el
concreto, sobre todo en la ciudad. Así, surge una antonimia entre lo que se
cree y entre lo que se practica dando lugar, muchas veces a la incoherencia
entre lo explícito y lo oculto.
Los derechos, las descreencias y la postmodernidad
En
el auge de la modernidad surgen las leyes y los derechos humanos que si bien se
originan en las culturas occidentales, se consolidan como derechos universales,
por tanto válidos para todas las sociedades así permanezcan en un estado
agrario, capitalista productivo o comercial. Así, si bien se incide en los
derechos humanos de los indígenas, este conjunto de ideas no responden a la
sociedad agraria, pero por otro lado, los indígenas también ya han sido objeto
de una movilidad social, no sólo del campo a la ciudad sino de una actividad
económica a otra, y por tanto de un sistema económico y simbólico a otro.
Igualmente se incide en los derechos humanos (entre ellos los derechos
reproductivos[4])
de las mujeres como individuas, y la familia pasa a un lugar secundario
predominando la visión del sistema patriarcal, que si bien siempre ha existido
no se lo visibilizaba como tal, sino, la pareja y la familia como una unidad
indivisible.
Entonces,
de acuerdo a los derechos humanos individuales “La penalización viene a
materializar la coercitividad patriarcal que reclama su poderío
exclusivo y excluyente sobre el cuerpo de la mujer. Se castiga, estigmatiza y
se excluye a las mujeres, porque no se quiere ver en sus rostros ni en el
aborto las contradicciones de las sociedades (Foucault, 2007 citado en: Venegas,
2013: 8) basadas en fundamentalismos religiosos (FRs) tienden a efectuar
discursos que centran el debate en la polaridad vida-muerte, es decir, ellos
son los “pro-vida” mientras quienes se ubican en la postura contraria son
“asesinos” y miembros de la “cultura de la muerte”. Bajo este esquema, se defiende
la vida humana sin excepciones como plan de Dios, contra el que no caben derechos
reproductivos como el aborto. En definitiva, los FRs no protegen la vida de
las mujeres, llegando al extremo de prohibir el aborto bajo toda circunstancia,
perpetuándose de ese modo una concepción propia de la ideología patriarcal” (Venegas, 2013: 14,15).
Así,
al ser el/la indígena sujeto de derecho como individuo queda atrás la vida en
comunidad, siendo un factor muy importante la generación etárea; y lo
“indígena” queda como parte de la identidad en la dimensión afectiva (Epstein,
1992), incluso en la comunidad. Al respecto, recuerdo el testimonio de una
autoridad de la comunidad de Chillcani en Sorata:
“Antes eraba
así…, llegaba granizada pero mi papá sabía decir “… deben tener una wawa sin
bautizar… preguntaban a toda la comunidad, a las autoridades. Antes era con
chicote, el General, el agricultor, casa por casa saben ir y ahí se pesca…”
(Fuera de la entrevista me dijo que también era en caso de aborto, y dijo entre
risas, que ahora el Secretario General ya no iba de casa en casa con chicote
porque lo podían acusar de allanamiento) (Andia, 2006: 91).
Para graficar
algunas prácticas respecto al aborto de algunos pueblos indígenas, se tiene el
siguiente cuadro:
Chiquitano
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Trinitario
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Chimane
|
Sirionó
|
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Castigos mediante fenómenos de la
naturaleza (CM, 2009).
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El “sentido divino del cuerpo, como
creación de Dios” da orden al mandato reproductivo (Ibid.: 87).
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No es castigado, es un asunto
íntimo, es decisión de la mujer o de la pareja, pero es censurado por algunos
hombres por conllevar riesgos de tipo simbólico y/o mágico cuando la
maternidad se da en situaciones no ideales (Ibid.).
|
Las mujeres definen
momento de la maternidad y el # de hijos, utilizando métodos de planificación
familiar o yerbas que conocen (Ibid.).
|
|||
Ayoreo
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Quechua
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Aymara
|
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Control de la reproducción y
maternidad (Ibid.).
|
Práctica que puede provocar
calamidades y desastres naturales, pero muchas mujeres (+ solteras) practican
el aborto en embarazos no deseados (Ibid.).
A veces el esposo expresa induce al
aborto provocado, sobre todo en los últimos embarazos
(C.I.A.E.S – UNICEF, 1991).
|
Tiene consecuencias dañinas para el
cuerpo, algunas practican usando yerbas y píldoras. Quienes tienen muchos
hijos o cuando no es de su pareja, más común en las solteras (CM, 2009: 72).
En algunas ocasiones los padres
inducen a la joven al aborto mediante el uso de yerbas (Andia, 1989).
|
||||
Elaboración
propia en base a datos de la COORDINADORA DE LA MUJER (2009), C.I.A.E.S. –
UNICEF (1991) y Andia (1989) (conocimiento de un caso).
Como conclusión
se puede señalar que en un mundo moderno cuyo paradigma simbólico constituyen
los derechos humanos individuales que son considerados universales para todas
las personas, al margen del sistema cultural - económico en el que se
encuentren, los universos simbólicos correspondientes a cada uno de ellos
(sociedad agraria – cosmovisión holista, paso de la sociedad agraria a la
comerciante – religión cristiana con el paradigma de la familia monogámica) van
desapareciendo y como causa se da paso a un mundo del significado cada vez más
escaso (descreencias), y a acciones de acuerdo a las necesidades y,
precisamente en función del ejercicio de derechos o, a una convivencia de
sistemas culturales así como de complejas esferas simbólicas superpuestas no
correspondientes entre sí que dan lugar a la llamada postmodernidad, y de ahí
la actual afirmación de una “pérdida de valores”, que produce en última
instancia una “doble moral” ya que por un lado van las creencias, y por otro
las prácticas.
Esta tensión se
hace más profunda en los indígenas y en las mujeres, precisamente porque los
primeros son vistos como algo estático (no deberían acceder a un mundo moderno,
y quedarse en una visión holista), y las segundas porque en primera instancia
fueron y son consideradas responsables del buen funcionamiento del sistema
productivo agrícola en la comunidad (semejanza simbólica con la fertilidad de
la Madre Tierra), y en segunda instancia, de la pervivencia de la familia
monogámica, y por ende, como motor de la sociedad (semejanza simbólica con la
virgen María).
La “transgresión”
más gráfica de estas concepciones constituye el aborto, y por doble partida si
se trata de una mujer indígena, ya que simbólicamente sigue dependiendo de ella
el equilibrio de la colectividad, reforzada con el papel de pilar de la familia
que le ha asignado la sociedad occidental con la colonización. Pues, en este
mundo de desigualdades y disparidades, acceder al ejercicio pleno de sus
derechos reproductivos constituye una acción titánica y, mucho menos al “goce
de su sexualidad” -a pesar de que en la época anterior a la colonia
había mayor libertad sexual entre las/los jóvenes solteros pero no así cuando
ya se formalizaba la pareja-, arquetipo simbólico de la actual cultura
dominante, donde la tensión entre derechos humanos individuales y colectivos se
hace cada vez más evidente.
Por ello, en
tiempos de postmodernidad, la salida más congruente a este meollo contrapuesto entre
los derechos, las necesidades y las creencias en el caso de las mujeres
indígenas, constituye el derecho individual a decidir sopesando los efectos,
tanto en lo práctico como en lo simbólico.
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info@cosmovisionandina.org | www.cosmovisionandina.org | copyright © 2009 | Cosmovision
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subregión andina: Discursos, políticas y resistencias. Universidad de Playa Ancha, Chile.
Aposta revista de ciencias sociales ISSN 1696-7348. http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/cvenegas.pdf. Nº 56, Enero, Febrero y Marzo 2013.
Páginas web:
http://www.monografias.com/trabajos4/kalla/kalla.shtml “La ritualidad de los Kallawayas: La práctica de la homeopatía y el
animismo”. s/f.
[1]
Este
artículo constituye sobre todo una reflexión en base a segundas fuentes, salvo
algunas referencias basadas en el conocimiento directo de ciertas situaciones
relacionadas al tema.
[2] Para Geertz
(1987), lo simbólico tiene una existencia tan tangible y concreta como lo
material.
[3] Esto se ve en el cuadro “Aborto en
algunos pueblos indígenas” que se muestra más adelante.
[4]
“Aquellos
derechos que permiten a todas las personas, sin discriminación ni bajo ninguna
clase de violencia o coerción, ejercer plenamente su sexualidad como
fuente de desarrollo personal y decidir autónomamente sobre la
sexualidad y reproducción, contando para ello con la información, los medios y
los servicios que así lo permitan” (Maturana, 2004: 10 citado en Venegas, 2013:
12).